David Martínez Téllez
Si siempre se hiciera lo que digo, pienso y siento en donde vivo, resultado: que a todo dar. Pero esa manera de ser me llevaría a la soledad. O al patriarcado o matriarcado. Al autoritarismo, o un poquito más allá, dictadura o peor al totalitarismo.
Pero, si soy un ser humano (en toda la extensión de la palabra) tendría que reconocer que existen otras maneras de pensar, sentir o ver el mundo. Incluso, esas otras formas de ser podrían intevenir en mi mundo.
En la historia del desarrollo de la humanidad ya vivimos una etapa de una sola verdad. Duró tres siglos, o sea 300 años. Y lo conservaron bajo la amenaza espiritual y terrenal.
En la mente nos advirtieron con la sentencia del infierno. En la vida diaria con la Santa Inquisición y el sacrificio público en la horca. No había alternativa. Dejamos de ser seres humanos.
Ese ambiente es el que percibo atravesamos en el periodo actual del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Los que insinúen sentir, ver o pensar diferente están en su contra, igual que el medioevo.
Empero, y afortunadamente existen o sobreviven legalmente instituciones autónomas. Lo que en democracia se les conoce como contrapeso político.
El presidente reitera en su discurso diario que entre sus funcionarios no existe la corrupción. Los corruptos (gobiernos del PRI y PAN) estuvieron saqueando al país y están moralmente derrotados. Tiene razón a medias. Millones de mexicanos sabían de la robadera de sus gobernantes, esto no es falaz. Lo que millones de mexicanos le apostarona partir de 2018 fue a lo diferente. Para sostener su lucha anticorrupción el presidente denunció públicamente a los tranzas; sin embargo, nadie de peso político ha caído en la cárcel o ha regresado en especie el hurto. Desgraciadamente carece de pruebas. De lo contrario hubiera aplicado la ley. Es decir, mi presidente es un político de palabra para combatir la corrupción.
Quien en este momento le está demostrando que existen anomalías en su gobierno es precisamente una autoridad que se llama Auditoría Superior de la Federación. Problemas financieros que pueden subsanarse, pero que indican sobrevivencia de corrupción en sus propios proyectos y políticas públicas, las famosas entregas de dinero en efectivo.
La más reciente revisión a la Cuenta Pública 2020 realizada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) arrojó el hallazgo de irregularidades millonarias en obras y programas clave del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y Sembrando Vida.
En conjunto, las anomalías detectadas representan un monto de 63 mil 10 millones de pesos. De ese total, 2 mil 181.1 millones sí fueron aclarados, pero falta por esclarecer el destino de 60 mil 229 millones.
De las irregularidades encontradas en las obras del gobierno, destaca el caso de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía o Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Ahí, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) no reportó el uso de 20 mil millones de pesos del fideicomiso con el que paga la obra.
En el caso del Tren Maya, las anomalías ascienden a mil 300 millones por sobrecostos, gastos no reportados e indemnizaciones sin justificación.
Acerca de la obra en Dos Bocas, la ASF detectó un monto de 59.2 millones en pagos indebidos a trabajadores, pagos en exceso por desmontaje de selva y contratos por adjudicación directa.
La ASF depende del Congreso Federal y en este lugar están todos los partidos políticos. Si hubiera (que bueno que no existe) ganado el partido político Morena las dos terceras partes de este poder, efectivamente difícilmente nos enteraríamos de las dificultades en el gasto o comprobación de los recursos. Simplemente estarían escondidas las anomalías -tal y como sucedió en el etapa de partido único con el PRI-.
En lo referente a programas sociales de entrega de dinero en el espacio de participación social de la radio univeristaria de Guerrero se mencionó lo siguiente: los servidores de la nación pedían el moche de casi la mitad de la entrega de dinero, además inducían a los agricultores a comprar a un proveedor. Cuando el conductor le solicitó nombre dijo al igual que los beneficiados tenía miedo a que le retirarán el apoyo. Esto sucede en la Costa Grande de Guerrero, muy cerca de Zihuatanejo.
No, no es diferente AMLO -comprobado con la casa de Houston-, como tampoco sus funcionarios. Todos, bueno, no todos, pero sí la mayoría están realizando negocios. Igual que en el pasado. Esa es la obstinada realidad.