En una carta, profesor de la UAGro denuncia actos de injusticia y luego se quita la vida

— En julio pasado, Alejandro Hermelindo Ramírez fue expulsado de la casa de estudios, tras ser señalado de cometer acoso
— No se respetó el debido proceso ni hubo una investigación a fondo, asegura en el documento

Cristina Serrano

En un documento fechado el 3 de noviembre, Alejandro Hermelindo Ramírez Cruzmán, profesor de la escuela de Ciencias de la Tierra en Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), denunció una serie de presuntas irregularidades cometidas en su contra por parte de autoridades de la casa de estudios y de la Defensoría de los Derechos Humanos Universitarios (DDHU).

Ramírez Cruzmán señaló que la DDHU, encabezada por la licenciada Patricia Montaño Castrejón, emitió una recomendación de culpabilidad en su contra por presunto hostigamiento sexual, sin que —según su versión— se realizara una investigación adecuada ni se respetara el debido proceso.

El académico acusó que el caso fue turnado directamente al Tribunal Universitario y posteriormente al Consejo Universitario, instancia que determinó su expulsión definitiva.

Posteriormente, afirmó que se violaron sus derechos constitucionales al hacerse públicos sus datos personales y al ignorarse que existía una querella en curso ante el Ministerio Público del Fuero Común (AMPFC), ubicado en Taxco de Alarcón.

En su escrito, Ramírez Cruzmán también expresó que la universidad lo dio de baja de la nómina sin justificación ni apego al procedimiento laboral previsto por la Ley Federal del Trabajo.

Señaló además a la maestra Guadalupe Ortuño Araujo, apoderada legal de la UAGro, por presuntamente haberlo hecho firmar un acuerdo en el que se le concedía un año sabático, añadiendo su renuncia al término del mismo, sin que ella firmara el documento.

El profesor sostuvo que la denuncia en su contra fue presentada de mala fe por una estudiante que fue orientada por otra profesora, la Doctora Catalina Gómez Espinosa, quien habría redactado la queja original.

Aseguró que se trató de “una visión sesgada de los hechos” inducida por dicha académica y avalada por el director de la Escuela Superior de Ciencias de la Tierra, José Luis Farfán Panami.

En el mismo documento, el docente expresó un mensaje final de perdón y amor hacia su esposa e hijos, dejando entrever el profundo daño emocional, moral y laboral que, según escribió, había sufrido tras los señalamientos, lo que fue determinante para decidir terminar con su existencia.

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