– Te vamos a meter al agua y después te vamos a violar todos, le dijeron a promotor comunitario
Rogelio Agustín Esteban
El promotor de desarrollo Comunitario en Tierra Colorada, Crescenciano Ramírez López relató a detalle la tortura que sufrió a manos del grupo especial que encabeza Ernesto Gallardo Grande, coordinador regional de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UOPEG).
Aproximadamente a las 14:00 horas del 23 de diciembre, viajaba rumbo a la comunidad de Agua Zarca para visitar a su familia, pero fue interceptado poco antes de llegar a San Marcos por un grupo de Policías Ciudadanos, todos ellos identificados como gente de Ernesto Gallardo.
“Si ya nos conocemos, no tenían porque cortarme cartucho no aventarme la camioneta encima”, apuntó.
Ramírez López se presentó en una asamblea comunitaria canalizado a un suero y con una camisa sobrepuesta.
En la apertura de su mensaje mostró las huellas de la golpiza que sufrió en la víspera de la noche buena.
Cuando mostró las secuelas de la golpiza, la reacción de los asistentes fue de consternación, entonces lanzaron una consigna que rápidamente acogió la asamblea: ¡Bruno, bandido, recibirás tu castigo!
Explicó que viajaba en un Tsuru color rojo, rumbo a la comunidad de Agua Zarca para visitar a su familia, a la que prácticamente abandonó por trabajar en la Unión de Pueblos.
“Me trasladaron a la comandancia de San Marcos y me aventaron a un cuarto donde el coordinador trabaja, ya iba esposado y me mantuvieron incomunicado sin explicar la razón. Me paré y vi que llevaba gente sin el uniforme del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana (SSJC), iban Ernesto Gallardo y Carlos González junto con tres personas que desconozco”.
Entre los acompañantes de Gallardo iba un hombre al que apodaban como “El Michoacán”.
Lo sacaron de la comandancia y lo llevaron rumbo a la carretera que va hacia Pinotepa Nacional, antes de llegar a un pueblo llamado El Porvenir lo golpearon para obligarlo a agacharse.
“Tomaron un camino que no conozco y subieron mucho trecho, se detuvieron en una pedreguera y me cambiaron de camioneta; me golpeaban y me decían que me iba a llevar la chingada. Que ya era la hora que esperaban para toparse conmigo”.
En el lugar conocido lo recibió un comandante de la UPOEG al que solo identifica por el apellido de Garza, además de otro comandante llamado Maximino Moreno Acuña.
“Ahí ya estaban otros diez elementos que no tenían uniformes de la PC, comenzaron a golpearme y me trasladaron a un lugar conocido como El Rancho. En ese lugar había una corraleta y un árbol pequeño, noté que traían cervezas en la mano”.
Lo condujeron a una casa pequeña de madera, en la que asegura utilizaron alambres, tubos y varas para golpearlo.
“Me bañaron de cerveza, me quemaron con los cigarros, tenían thinner y me tiraron al piso hasta que se cansaron, después me metieron a un pequeño granero en donde me esposaron para seguir con el tratamiento, me embolsaron más de 20 veces. Luego, alrededor de las dos de la tarde dijeron que la darían cuentas a Bruno Placido Valerio”.
Aseguró que le advirtieron que lo harían declarar en grabadora varias cosas, lo que utilizarían para dañar su imagen pública y posteriormente lo someterían a dos últimos tormentos.
“Te falta que te metamos al agua y que te violemos entre todos”, sostiene que le advirtieron.
Luego le pasaron una relación de disidentes de Tierra Colorada y El Ocotito, los que serían sometidos al mismo procedimiento.
Sostuvo que quienes lo capturaron rompieron con todos los procedimientos del proyecto comunitario, lo que le genera a percepción de que están trabajando para grupos que se manejan fuera de la ley.
Ya en la noche, dijeron que se irían para pasar la noche buena con sus familias y lo encargaron con un muchacho, al cual le recomendaron que esperara a que la víctima se durmiera y luego podría retirarse, al cabo que no tendría fuerzas para fugarse.
La fuga, según Crescenciano Ramírez se dio de la siguiente manera: “El muchacho se fue como a las dos horas, cuando ya me creyó muy dormido, entonces como pude pasé mis manos esposadas a la espalda para la parte de delante de mis piernas, descubrí mis ojos vendados y utilicé un arado viejo para desprender algunas tejas”.
Al descubrir el techo se dio cuenta que llovía, cuando trepó y se lanzó hacia fuera del granero no sintió el dolor de la caída, se arrastró 20 metros aproximadamente para internarse en el monte y comenzó una caminata de más de seis horas entre los cerros.
“Solo les quiero decir que en varias ocasiones solamente escuché el ruido de las víboras, me desmayé unas tres ocasiones hasta que en un punto me topé con un muchacho que se dirigía hacia la ordeña de sus vacas, aunque desconfiado, el joven lo llevó con su familia para que explicara porque estaba esposado y golpeado”.
Al dialogar con los padres se percató de que estaba en un pueblo llamado Tutepec, en donde hay presencia de la UPOEG y del que es originario uno de los hombres de confianza de Ernesto Gallardo.
Tras escuchar su relato, la familia le dijo que Ernesto Gallardo ya ha cometido ese tipo de abusos en varios pueblos, luego lo turnaron ante el comisario y este lo trasladó a la cabecera municipal de Ayutla.
“Los comandantes de Tutepec actuaron de manera valiente; dijeron que de sus manos no me iban a quitar, que me iban a entregar con el procedimiento.
Luego vino la gestión con base al procedimiento comunitario, me turnaron de autoridad a autoridad, enviaron refuerzos a la PC y se encargaron de trasladarme para que recibiera las primeras atenciones médicas”.
Para el 25 de diciembre ya estaba canalizado al hospital general de Chilpancingo, en donde se recuperó casi por completo y pudo regresar a Tierra Colorada, lugar en el que durante la noche del 29 dio a conocer su vivencia.