Fragmento del poemario «Chiapas no apartes de mi tu caliz» de 2001.
Y como homenaje a Jose Emilio Pacheco
de Isaías Alanís
I
En muros, calles
colocan figuras
un pobre cura
un militar de tricornio
y el perfil elcheano
de una dama.
II
Dice la leyenda
que son los héroes patrios
mis hijos y los hijos de mis hijos
dicen lo contrario
III
En la cima de un poste
de concreto
balancea su perfil
la imagen de Morelos
boca chueca
y una trigarante ironía
en cada ceja
IV
Dan ganas de gritar
¡Viva México¡
aunque no crea
en la heráldica
de los tiempos modernos
V
A Leonel Maciel
Mañana que amanezca
(si es que amanezco)
voy a encontrar revuelto
con escupitajos de borracho
y discurso de político
los fragmentos aciagos
de la patria.
VI
Si la patria
fuera como la pintan
en libros oficiales
¿Para qué tanta farsa
me pregunto?
¿Para qué la impudicia
de las asimetrías?
¿Para qué tantas
apostillas al tratado?
VII
A José Emilio Pacheco
No ambiciono la silla del poder
el botín sustancial que significa
ni la eternidad invocada
por cámaras, reflectores
editoriales pagadas
y hordas de oficiantes.
Solo quiero un jirón
una punta de monte
una cañada
nada más
VIII
Para Andrea, Any, Isaias y Emiliano
¿De qué voy hablarles
a mis hijos
si Juárez vale menos
que un rosario
Zapata mucho menos
que un ejido
y la Constitución
un cacahuate comprado
en Estados Unidos?
¿De qué voy hablarles
a mis hijos?
IX
A González Bocanegra
Mañana
después del desayuno
prometo encerrarme
bajo pena de traición
a la patria
si no cumplo lo prometido
a terminar íntegra
la traducción al inglés
del Himno Nacional
y el nuevo diseño
de los símbolos patrios.
X
A Emilio Krieger
Qué la republica no marcha bien
no cabe la menor duda,
de 1857 a la fecha
se han andado caminos
y el polvo amontonado
en grotescas figuras.
Todos se han ido
nos dejan un rayo
una lámpara de sombra
y la Republica del otro siglo
en mil novecientos diez y siete
adquirió tonalidades de diversos matices.
¡Que florezca la sangre
de los mexicanos
sobre la piedra
de los sacrificios¡
Claman los reformadores
Y los arúspices
De la tecnología.
Nos es lícito derramar incienso
y cobrar a futuro nuestro sueldo,
abolir el nervio del principio,
toda mancha de luz,
todo esparcimiento de carácter social
o cualquier duda sobre los efectos
de la Constitución.
¡Que sean derogados sus maleficios¡
¡Hoy más que nunca la República
demanda cirugía mayor¡
Para que el día de futuro,
(si es que aún el pasado
se recuerda)
sea proclamado
que los jóvenes republicanos
erigieron el obelisco,
madrugaron al siglo
que parecía vencerlos
y con arrebatos de mujer pública
tasaron el amor a la patria
por el precio justo de su ruina.
XI
A Javier Garrido
¿Que esperan los ciegos
de la plaza?
Que hoy se firme el tratado.
Los bárbaros del norte
hacen realidad su sueño
hoy se firma el tratado.
Hay mucha actividad
en el Senado
los legisladores
no legislan.
Esperan con impaciencia
la firma del tratado.
El presidente se pasea
como un emperador
a la entrada de palacio
coronado con los símbolos patrios.
Aguarda la llegada
de los bárbaros del norte
y la firma del tratado.
El presidente se encierra
en el traspatio.
Prepara documentos
y concilios.
Dicta leyes a los senadores,
se pulen diferencias
y otras nimiedades
como el porvenir
de millones de mexicanos.
Y como hoy se firma
el tratado.
Los diputados y senadores
emiten leyes que satisfagan
a los bárbaros.
El coro de la patria
se derrama en oradores
y todos apuestan su garganta
a la firma del tratado.
Las damas lucen collares
y serpientes de jade
en brazos, cuello
y otros sitios menos
pudorosos.
También esperan
la firma del tratado
Los empresarios
miden la magnitud
enlazan computadoras
calculan ganancias,
no se complican la vida
con los bárbaros del norte
y esperan como pocos
la firma del tratado.
De pronto,
los ciegos se dispersan
el Presidente coronado
con los símbolos patrios
recibe a los bárbaros,
les entrega las costas,
las selvas, los valles,
las montañas.
Los senadores legislan
los oradores revisan argumentos
los empresarios se concentran en cálculos,
los pensadores bostezan,
las damas se besan la mejilla
y los obispos regurgitan.
Por fin,
después de tantos años
se ha firmado el tratado.
En calles, plazas y ciudades
el pueblo no sale a festejarlo
se encierra en su misterio
a celebrar el vacío.