Retienen en Marquelia al alcalde de San Luis Acatlán

— CIPOG-EZ aclara que fue un acuerdo colectivo
— Por la la falta de respuesta de los gobiernos federal y estatal

Jesús Dorantes / Chilpancingo

Para las comunidades indígenas y afromexicanas de la Costa Chica, retener al presidente municipal no fue un acto de confrontación, sino una estrategia comunitaria ante la falta de respuesta institucional.

Así lo afirmó Jesús Plácido Galindo, representante del Concejo Indígena y Popular de Guerrero – Emiliano Zapata (CIPOG-EZ), al aclarar que la permanencia del edil Adair Hernández en el ayuntamiento local no fue una retención violenta ni una privación de la libertad.

“No hubo violencia ni secuestro, simplemente lo convocamos a quedarse y dialogar. No llegó nadie del gobierno federal ni estatal tras el bloqueo de ayer, y decidimos que era necesario tomar esta medida”, explicó Galindo.

El martes, tras más de 12 horas de protesta sobre el puente de Marquelia, cientos de pobladores de San Luis Acatlán se trasladaron al palacio municipal, donde esperaron la llegada del alcalde. Según los propios testigos, el edil arribó a las 8 de la noche, vestido con una playera blanca, y fue recibido con exigencias claras: atención inmediata a los daños provocados por el huracán Erick.

“Hay comunidades incomunicadas, escuelas destruidas, centros de salud colapsados, caminos inservibles y viviendas sin techo. A casi un mes del desastre, no hemos recibido ni una visita oficial”, denunció el vocero comunitario.

Galindo aseguró que el alcalde no fue retenido contra su voluntad. Se firmó una minuta de acuerdos y se pactó la instalación de una mesa de diálogo para este miércoles, en la que, esperan, participen autoridades de los tres niveles de gobierno.

“La presencia del presidente aquí no es castigo, es una exigencia. Le compete este problema porque es su municipio, porque representa a quienes hoy lo están enfrentando con dignidad”, dijo.

El vocero también desmintió versiones que hablaban de agresiones o tensión violenta. Relató que incluso un hombre en estado de ebriedad intentó provocar disturbios durante la noche, pero fue controlado por los propios pobladores. “Aquí no hubo golpes ni amenazas. Lo que hay es organización comunitaria y cansancio acumulado”, insistió.

Las comunidades movilizadas —Jolotichán, Yoloxóchitl, Piedra Ancha, Zoyatlán y Capulín Chocolate, entre otras— reiteraron que no abandonarán el ayuntamiento mientras no existan respuestas concretas, censos reales y apoyos visibles.

“Si no hacemos esto, nadie nos voltea a ver. Lo que ellos llaman radicalismo, para nosotros es sobrevivencia”, sentenció Galindo.

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