Pegasus, persecución

David Martínez Téllez

Analista político, comunicólogo y académico UAGro

Desde que se inventó el teléfono como medio de transmisión entre dos personas, se sabía que podía ser intervenida la conversación.

La operadora, así se le llama, enchufaba los aparatos telefónicos entre peticionario y destino. También, la operadora, si así lo deseaba podía escuchar la charla. Se confiaba en ella y en su discreción. Era algo así como un sacerdote en tercera persona.

En regímenes dictatoriales el ejército ocupaba el lugar de la “señorita” operadora. Y se enteraba de lo que le interesaba. Los opositores a ese tipo de gobierno lo sabían y utilizaban palabras clave. Se reunían de manera clandestina y cara cara para organizarse contra esa dictadura.

Los soldados intervenían las comunicaciones telefónicas y controlaban los medios de comunicación.

Creció el número de usuarios y se afinó el cable para la transmisión telefónica. De manera paralela se crearon sofisticados instrumentos de intervención contra los adversarios y enemigos.

Cuba se cuece aparte. Ya con la implantación del “nuevo gobierno” y ante la falta de recursos para comprar un equipo de espionaje, se crearon los comités de defensa popular. Ésta organización cumple el rol de espionaje e intervención para saber qué hace cualquier persona.

En los tiempos modernos los israelíes inventaron equipos serios de espionaje.

A México le vendieron uno de nombre Pegasus. Con este aparato el gobierno interviene el hogar de algún contrincante. Por supuesto se entera de la vida privada.

Como gobierno justificas ese tipo de acción con la idea de que se trata de conservar la tranquilidad de la sociedad.

Finalmente te espían y el gobierno sabe con puntualidad a quién investiga. No es el objetivo a toda la sociedad. Sólo a algunos.

Bueno, pues Pegasus lo adquirió el gobierno de Enrique Peña Nieto; ahora se sabe que le pagaron por ese equipo a una empresa fantasma. Es decir, que hubo corrupción institucional. Que también quien fuera gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, hizo lo mismo por otro equipo similar y le pagó a la misma compañía inexistente. Pero la corrupción no culmina con estos dos gobiernos, sino que siguió con el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Por supuesto que se desprende que los ex presidentes y el gobernador pudieron recibir un moche para esta transacción.

Pegasus intervenía y perseguía a opositores de gobiernos anteriores. Hoy Pegasus persigue a políticos compradores de ese equipo de espionaje.

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