David Martínez Téllez
Analista político, comunicólogo y académico UAGro
La historia política mundial registra que pocas mujeres han llegado a puestos de poder.
Desdichadamente sigue imperando el mundo machista; sólo porque varones siguen gobernando en sitios de toma de decisiones.
En México hoy nos representa una mujer. Una fémina con grado de doctora. Es decir, una científica, muy bien preparada en la academia; sin embargo, en política se requiere de otro tipo de habilidades para mostrar que se tiene poder.
Por supuesto que deberíamos sentirnos orgullosos que hoy se encuentre una mujer en la máxima cumbre de poder de un país.
Muchos pensamos que la mujer ha despertado otras pericias o nuevos saberes para gobernar. Pero la realidad me lleva insinuar que “esa gran dama” sigue representado a un misógino.
Estos son los signos de esa lealtad u obediencia.
La presidenta tiene el poder formal, y, parece que el real lo maneja otra persona; es decir, el ex presidente.
Veamos. La presidenta propuso a Nashieli Ramírez para ocupar la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Finalmente quedó Rosario Ibarra de Piedra. La última decisión no fue de la presidenta (como debería de ser en una sistema presidencialista), sino la recomendada del ex presidente quien ya había ocupado este puesto.
Para ocupar ese puesto se creó un organismo que estaba seleccionado a las mejores mujeres. Y la peor evaluada era Ibarra de Piedra. De repente se reposicionó y ganó por votación del senado. El control de este organismo lo tiene el ex presidente.
La Fiscalía de la Ciudad de México vivió un caso semejante a Derechos Humanos. La persona de la presidenta era Ernestina Godoy quien iba a repetir; y el ex presidente apoyó a Bertha Luján, gente muy cercan a él, ya que la hermana Luisa María fue su secretaria de gobernación. En otras palabras, apoya el expresidente apoya el nepotismo.
En el tema de Ley de Nepotismo se volvió a imponer el expresidente, quien controla ambas Cámaras. La presidenta ha insistido que debería aplicarse para 2027; perdió y será para 2030.
La misoginia la administra el expresidente AMLO, en política, nos ha dicho que tiene muchos recursos. Sigue demostrando que detrás de la presidenta, el efectivo, es él.