Félix Bautista, relato inédito sobre la guerrilla y el secuestro de Rubén Figueroa

— El profesor Bautista habla sobre su niñez, en la que estuvo a punto de morir cuando la casa de su familia fue incendiada por pistoleros al mando de los caciques de Cuetzala
— Recuerda su incursión en la Normal Rural de Ayotzinapa y la Normal Superior de la UAGro
— Relata su participación en la guerrilla y algunos aspectos del secuestro del ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa
— De la persecución al exilio y de ahí a la amnistía, para luego regresar y permanecer secuestrado durante cinco meses

Rogelio Agustín

Félix Bautista Matías nació en Cuétzala del Progreso, en la región Norte de Guerrero, desde niño padeció los excesos provocados por poder caciquil que dominaba su pueblo, fue un estudiante que abrazó al normalismo rural y el pensamientos socialista, ideología que lo llevó a incursionar en la guerrilla al lado de un hombre que se convirtió en leyenda; Lucio Cabañas Barrientos.

Pocos saben que Félix Bautista pudo morir siendo un niño, cuando un grupo de pistoleros le prendió fuego a su casa y su hermano tuvo que arrojarlo a un terreno vecino envuelto en una cobija y su cama de otate.

Son menos los que saben que Félix colaboró con la compra de armas para el movimiento más radical de los años sesentas, consiguió al chófer que se encargó de llevar al ingeniero Rubén Figueroa Figueroa a su encuentro con Lucio, en la Sierra de la Costa Grande, que tuvo en sus manos parte del rescate pagado para liberar al entonces candidato a gobernador del PRI, lo que provocaría que sufriera un secuestro que lo mantendría cinco meses confinado en el rincón de una habitación, arrumbado en una colchoneta y golpeado cada que intentaba moverse.

En este relato, Félix Bautista habla de la persecución provocada tras la muerte en combate del jefe guerrillero, del exilio en Cuba y del retorno a Guerrero para reincorporarse a la lucha política y social desde las filas de los partidos políticos.

Ha vivido desde dentro, el proceso de expansión y empoderamiento de los dos movimientos políticos más importantes del país; el del Frente Democrático Nacional (FDN), a finales de la década de los ochentas y el surgimiento de la Cuarta Transformación, impulsada por Andrés Manuel López Obrador.

Aquí el relato del niño que se convirtió en profesor, y del normalista rural que casi de manera natural se sumó a la guerrilla, para luego padecer la persecución del Estado, sobrevivir al exilió y regresar para ser diputado en dos ocasiones.

Dónde brota el agua

“Yo nací en Cuétzala del Progreso, que en náhuatl significa lugar donde brota el agua, es la cabecera de un municipio ubicado en la región Norte de Guerrero, al noreste de mi pueblo brota un gran manantial que es fuente de vida para diferentes árboles frutales, que finalmente desemboca en el río balsas, ahí también existe otro pequeño manantial llamado por los lugareños como Ojo de Agua, donde incluso se construyó una pequeña presa”, señala inicialmente Félix, que este 9 de septiembre fue galardonado por el Directorio de Organizaciones Sociales de Guerrero.

Desde pequeño Félix conoció las desventajas de vivir en tierra de caciques; en mi pueblo el poder lo ejercía la familia Rabadán Santana, representada por los hermanos David, Malaquías, Macrina y Epigmenio.

Para muestra del poder que tenían los hermanos Rabadán, basta mencionar que en la casa de David se encontraba la oficina de correos, el teléfono y el telégrafo…desde ahí le daba órdenes a la autoridad municipal en turno.

Ubica a Macrina como “la cara culta de la familia”, a quien se recuerda como una mujer con formación política y con una ideología socialista.

Ella fue diputada federal por el PPS y desde tribuna exigió la desaparición de poderes en contra del entonces gobernador, Raúl Caballero Aburto, el principal responsable de la masacre del 30 de diciembre de 1960, en Chilpancingo.

Sus posturas la llevaron a ser reconocida por la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y estuvo casada con Luis Arenal, discípulo de David Alfaro Siqueiros.

Muy pocos sabían que en su municipio, Macrina toleraba los abusos cometidos por sus hermanos David y Malaquías.

“Yo estuve a punto de morir a manos de los hermanos Rabadán”, asegura Bautista.

Relata el pasaje: “Una madrugada, Malaquías recorría el pueblo al frente de un grupo armado, uno de sus pistoleros llamado Feliciano Maxines, alias -El Tremecino-, le prendió fuego al techo de palma de la vivienda de mi familia.

Mi hermano Cirilo fue el primero en darse cuenta que la casa se quemaba, rápidamente se metió al cuarto donde yo dormía y me enrollo con todo y la cama de otate para aventarme al terreno de frente.

Me desperté al caer, entonces vi como mi hermano luchaba contra el fuego utilizando una cobija mojada, mientras vecinos y familiares lo apoyaban lanzando cubetazos de agua.

El presidente municipal era Leonor Maxines, padre del Tremecino, a la mañana siguiente fue a visitarnos para ofrecernos que se castigaría a los responsables, pero al enterarse quien era el culpable ya no hubo investigación.

Recuerda que otro pistolero conocido como “El Jarro” hirió a su hermano Raúl con un puñal, ese hecho motivó que durante dos días se paseara frente a la casa de los Bautista alardeando que acabaría con la familia, hasta que se topó con Cirilo, otro de los hermanos que era muy hábil en el manejo de las armas blancas.

Cirilo peleó con El Jarro, lo sometió, lo desarmó y tras herirlo, lo dejó tirado en la calle, completamente humillado.

Recuerda que un día tuvo la oportunidad de presenciar como un pelotón de soldados colgaba a dos campesinos de las ramas de una parota, por órdenes del cacique David.

El poder para los Rabadán se acabó.

Un día Dacid bajó la guardia y viajó sin sus pistoleros a la Ciudad de México para visitar a su hermana Macrina, hasta ahí lo persiguieron sus enemigos y lo asesinaron.

La prensa de aquel tiempo, de acuerdo con Félix, consignó la muerte de David como el asesinato de un dirigente campesino, cuando en realidad se trataba de un cacique que tenía sometido a Cuétzala.

El normalista rural y el profesor disidente

La educación primaria de Félix se desarrolló en Cuétzala del Progreso, después en la Normal Rural de Ayotzinapa y en la Normal Superior de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro).

“En 1956 me inscribí en la Normal Rural de Ayotzinapa, ya estando ahí conocí a Lucio Cabañas Barrientos, a quien apoyé para que disputara la secretaría general del Comité Ejecutivo Estudiantil de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, en 1958, Lucio Cabañas se trasladó al Mexe Hidalgo, que era la sede del Comité Ejecutivo Estudiantil.

Entre 1958 y 1959 ocupé la Secretaría de Actas y Acuerdos del Comité Estudiantil, considerada la segunda cartera más importante en las normales rurales del país”, relata.

Entre 1964 y 1965 también participó en la dirigencia de la Normal Superior de la UAGro, junto con profesores como César Núñez; Ramiro Morales y Eduardo Rubio.

Junto con Othon Salazar, el propio Lucio Cabañas, los hermanos Serafín y César Núñez, Jacob Nájera, Inocencio Castro, Eduardo Rubio, Ramiro Morales y Jorge Vargas integraron el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), que hizo frente al oficialismo sindical, en ese tiempo representado en Guerrero por Antonio Camacho y Timoteo Valle.

El MRM fue el origen del Consejo General de Lucha (CGL), que posteriormente dio paso al surgimiento de la CETEG.

Recuerda que durante el mandato de Rubén Figueroa Figueroa, más de 200 maestros que formaban parte del MRM fueron expulsados de Guerrero.

La primer incursión en la política se generó en 1964, apoyando la candidatura presidencial izquierdista del profesor Ramón Palominos, postulado por el Frente Electoral del Pueblo (FEP), que no tuvo registro oficial y que le contendió a Gustavo Díaz Ordaz, quien en 1968 se asumiría como responsable de la masacre del 2 de octubre.

Ese año ingresó al Partido Comunista de México (PCM) en una casa ubicada en Atoyac, donde se desarrolló una reunión en la que estuvieron Lucio Cabañas, Othón Salazar y Gilberto Rincón Gallardo, entre otros.

En aquel tiempo estudiaban y difundían el programa de lucha del PCM, repartían el periódico, volanteában, hacíamos pintas y exigíamos la libertad de presos políticos como Valentín Campa, Demetrio Vallejo y el muralista David Alfaro Siqueiros.

Todas las actividades se desarrollaban en la clandestinidad, pues “eran tiempos de una represión brutal”.

En la primavera de 1966 conoció el gobierno y la vida real en la URSS, cuando formó parte de una delegación que acudió a estudiar en la Escuela Internacional de Cuadros del PECUS, del Partido Comunista de la Unión Soviética.

A la cabeza estaban Manuel Terrazas y Gilberto Rincón, por el estado de Guerrero Othón Salazar, César Núñez y Eduardo Rubio.

“En ese tiempo comprobé que los comunistas no comían niños ni los líderes le quitaban sus casas a la gente del pueblo”, señala con ironía.

Y complementa: “Lo que sí confirmé, es que expropiaron las grandes propiedades capitalistas, el carácter prioritario de la educación, la salud para todos, además del fomento a la cultura y el deporte”.

Ya en la guerrilla

El 18 de mayo de 1967, en la plaza central de Atoyac, la policía disolvió un mitin a balazos y mataron a varios maestros y padres de familia, tenían la consigna de acabar con Lucio Cabañas pero no lo consiguieron.

Era la administración de Raymundo Abarca Alarcón, tras el ataque Lucio se resguardó en la Sierra y desde ahí organizó uno de los movimientos armados más importantes del país.

Refiere que Lucio tenía un sueño muy claro: “Quería cambiar al Estado capitalista para instaurar el socialismo, un planteamiento”.

Lucio quería organizar núcleos de apoyo y tener casas de seguridad para recibir a comisiones de guerrilleros, desde esas casas saldrían brigadas para realizar asaltos a empresas, secuestros a personas acaudaladas o ajusticiamientos de delatores.

También se tendría que conseguir armas y parque, lo que no resultó sencillo.

“En una ocasión junto a César Núñez Ramos trasladamos un R-15 y un M 1 envueltos en cobijas, en una mudanza de Cuernavaca (Morelos) hacia Acapulco. En otra ocasión le compré en Iguala, al suegro de César, don Efraín Rebolledo, quien simpatizaba con Genaro Vázquez, un M1 y una metralleta”.

Recuerda también que en Tecpan, un alumno cuyo padrastro era Policía Judicial le vendió dos armas largas y parque.

“Era así como se iban consiguiendo las armas. La guerrilla, a través de emboscadas a los guachos les decomisaba rifles de asalto israelitas, los FALS”.

Asegura que Lucio siempre iba al frente de la brigada, sin capucha, porque se hacía responsable de las acciones.

En una ocasión le tocó trasladar a dos heridos, simpatizantes de la guerrilla al hospital del IMSS de Acapulco, el director era el doctor Rosendo Vega, quien asegura, estaba comprometido con la causa.

También los llevaba hacia una clínica de Atoyac que dirigía el doctor Antonio Palos, republicano Español.

“El doctor Vega fue perseguido hacia Veracruz.

El doctor Palos también fue reprimido y expulsado hacia Venezuela”, indica.

En otro momento, admite que sacrificó los ahorros de su esposa, Berenice Alvarado para comprar un bocho y lo puso al servicio de la causa.

En una ocasión, un guerrillero llamado Oscar utilizó ese bocho para cumplir una misión en Acapulco.

“Lo estacionó al pie del edificio Espinalillo, en una zona céntrica, hasta ahí llego la policía y tras revisar el carro se lo llevaron. En ese momento Oscar observó a distancia lo que pasaba y escapó. Regresó para Atoyac y solamente me dio las llaves, con el seguro recuperé parte del costo”.

Tiempo después, a Oscar lo detuvo el Ejército y lo torturó, hasta el momento está desaparecido.

En otro momento, tras una ausencia de seis meses Lucio regresó a la Sierra y encontró relajada la disciplina, entonces en una asamblea se decidió suspender por seis meses a Carmelo Cortés, porque era el encargado del grupo durante su ausencia y tenía responsabilidad directa en los actos de indisciplina.

“Cuando se cumplió el tiempo de la sanción, Lucio me encargó la responsabilidad de avisar a Carmelo que ya podía regresar, así se hizo, pero Carmelo ya estaba en el proceso de formar su propio grupo armado; las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”, indica

La participación en el secuestro de Figueroa

Cuando se dio el encuentro entre Rubén Figueroa Figueroa y Lucio Cabañas Barrientos, Félix tuvo una tarea que relevante:

“Yo conseguí al chofer que condujo la combi que portaba una bandera blanca, era de mi confianza, lo entregó y recibió la instrucción de abandonar la combi en un punto determinado. Se llamaba Nicolás y era simpatizante de la guerrilla, nunca sufrió represiones porque nadie lo delató”, asegura.

El secuestro de Rubén Figueroa tenía la intención de obtener recursos para la operación insurgente, como sucede con todo secuestro realizado por una guerrilla.

“El dinero del secuestro fue entregado por la familia Figueroa al sacerdote Carlos Bonilla Machorro, a mi se me encargó integrar una comisión para recibir ese dinero, participó un hermano de Lucio conocido como José René, además de los hermanos Antonio y Rafael Flores”.

Antes de recibir el pago del secuestro, relata que los responsables de dicha tarea se prepararon con prácticas de tiro en zonas rurales, por si acaso se generaba un enfrentamiento armado.

Como era de esperarse, la represión se recrudeció; José René y Antonio fueron capturados por la policía y el Ejército.

Antonio está desaparecido, de José René hasta el momento se desconoce su paradero.

“Lo que supimos, es que se le escapó de las manos al Ejército”.

Apunta que una determinada cantidad del rescate se le envió a Lucio, pero la mayor parte fue recuperada por la policía y el ejército.

“El 2 de diciembre, cuando Lucio cayó en combate quedaron bajo mi responsabilidad 3 millones y medio de pesos, mismos que entregué a la dirigencia del Partido Comunista para ser entregados en su momento, a los sobrevivientes del movimiento guerrillero.

Hubo una intensa persecución en contra de los sobrevivientes de la guerrilla, entre ellos hacia mi persona.

Quienes eran considerados como simpatizantes de la insurgencia fueron perseguidos, muchos maestros y campesinos fueron desaparecidos”.

Agrega: “Se supo de comunidades que fueron arrasadas por completo, como sucedió en el caso de El Quemado”.

De Atoyac huyeron hacia Acapulco y de ahí a la Ciudad de México, donde recibió protección de varios integrantes del PC.

El PC tramitó su exilio a Cuba, donde estuvo 7 años con su familia.

La organización en el exilio

En Cuba coincidió con otros perseguidos del país y del continente.

Junto con su esposa Berenice participaron en los Comités de Defensa de la Revolución cubana, luego, el Gobierno de la isla decidió que todos los exiliados participaran en el proceso de producción.

“Berenice entró a una escuela llamada Camilo Cienfuegos como maestra de segunda enseñanza, después se incorporó a una primaria como secretaria administrativa.

Todos los decentes en su centro de trabajo realizaban ejercicios militares, como una forma de previsión ante los anuncios de una invasión Estadounidense.

Yo me incorporé como maestro en la secundaria de Punta Brava, municipio de la Lisa, en la Habana”, anota.

La amnistía

El 28 de septiembre de 1978, el presidente José López Portillo y su secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles firmaron el decreto de Ley de Amnistía, que permitió a todas las personas que participaron en movimientos armados, impulsados por motivos políticos, reincorporarse a la vida política y social del país.

Muchos de los que volvieron fueron asesinados.

Félix regresó con su familia el 8 de marzo de 1982, fue recibido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México por Valentín Campa y una amplia comitiva del estado de Guerrero, entre los que estuvieron Pablo Sandoval Ramírez y José Luis Ayala García.

Cinco meses secuestrado

Una vez reinstalado en el país se incorporó al Partido Socialista Unificado de México (PSUM).

En 1985, en la Ciudad de México se encontré con un sobreviviente de la guerrilla llamado David, con quien platicó en dos ocasiones para abordar el tema del dinero derivado del secuestro de Rubén Figueroa.

Informó entonces a la dirección del PSUM, encabezada por Pablo Gómez pero el partido no atendió la solicitud de devolver el resguardo del dinero a los sobrevivientes de la guerrilla, que se presentaban como herederos del PDLP.

Y llegaron las consecuencias.

“El 22 de febrero de ese año un comando me secuestro y estuve cautivo cinco meses, me tuvieron tirado en la esquina de un cuarto en una colchoneta, siempre vigilado y cada que me movía recibía un golpe. En esos cinco meses solo me pude bañar en dos ocasiones; la primera fue cuando mi esposa encontró de manera fortuita a David y le pidió verme, la segunda fue cuando me liberaron”.

Asegura: “Si el PSUM hubiera atendido el llamado de manera oportuna, no se hubiera dado el secuestro de Arnoldo Martínez Verdugo, el 2 de julio del 85”.

Tras una gran movilización del magisterio disidente, los trabajadores de la UNAM, la ANCR y el PRT de Rosario Ibarra de Piedra, Arnoldo Martínez y Félix fueron liberados el 17 de julio de 1985.

Por esa liberación se pagaron 100 millones de pesos.

Tras el secuestro participó en la fundación del Partido Mexicano Socialista (PMS), cuyo líder máximo fue Gilberto Rincón Gallardo.

“En el PMS fui comisionado al área de solidaridad con los pueblos de Centroamérica y el Caribe, en una de las tareas se encargó de brindar seguridad a dos combatientes de la guerrilla de Guatemala, una de las casas estaba ubicada en El Pedregal de santo Domingo, en Coyoacan y la otra en El Ajusco, en Tlalpan”.

“Los combatientes guatemaltecos tenían los nombres de Elio, Víctor y Patricia, cuando regresaron a su país fueron detenidos y desaparecidos por gobierno golpista que encabezaba Efraín Ríos Mont”.

Participó en la organización de la Marcha Por la Paz de Centroamérica hacia la Ciudad de México, que inició desde la frontera con Guatemala.

En esa marcha participaron militantes del PMS y del PRT, destacó la presencia de la señora Rosario Ibarra de Piedra y Flora Guerrero, además de la doctora Cointa Lagunes de Chiapas.

En el trayecto fueron recibidos por el obispo de San Cristóbal, Samuel Ruiz y en Oaxaca por el sacerdote Arturo Lona Reyes.

En 1988 estuvo en el comité de campaña de Heberto Castillo y cuando este declinó por Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, para integrarel Frente Democrático Nacional (FDN) se sumó a la campaña de Cárdenas.

Refiere: “Contribuí a la fundación del PRD, pero al transcurrir sus primeros años de vida, en el partido se estrecharon los espacios y particularmente para los militantes comunistas, pues la mayoría de las candidaturas fueron cubiertas por políticos provenientes de la corriente de Cuauhtémoc y Porfirio Muñoz Ledo.

Los únicos que no pelearon espacios fuimos los comunistas, a grado tal de que Gilberto Rincón Gallardo declaró en 1997 que los priistas entraban al PRD por la puerta grande y los comunistas por la de atrás”.

Rincón Gallardo decía además, que la estrategia de afiliación del PRD no podía basarse en la pepena de la disidencia del PRI.

Dos veces diputado

“Durante varios años me dediqué al comercio ambulante en la zona de Tasqueña de la Ciudad de México, y cuando ya me iba regular en mi negocito me visitaron en mi puesto dos antiguos compañeros del FDN; Fernando Pineda Ménez y Rafael Aguilar Talamantes, ellos me invitaron a formar el Frente Cardenista y tras pensarlo un poco me fui como delegado a Colima, donde estuve un año.

Después tuve la responsabilidad en Guerrero, en un congreso estatal presidido por el secretario general del Frente Cardenista, Jorge Amador, fui electo de manera unánime como presidente estatal”.

En 1992 llegó a la LV Legislatura federal, la forma que implementamos de trabajar, realizando mesas de trabajo publicas y no recurriendo al dialogo en la oscuridad, propició que fuera destituido por la dirigencia nacional en una asamblea realizada en Acapulco.

Años después formó Convergencia por la Democracia, partido que tuvo asambleas en los 10 distritos electorales que en ese tiempo tenía Guerrero y fue el primer dirigente estatal de dicho partido.

En la primera incursión electoral de Convergencia, en 2002 se lograron diputaciones locales, una encabezada por el notario público Cuauhtémoc García Amor y la correspondiente a él.

En el Congreso de Guerrero lograron que se reconociera la lucha de Lucio Cabañas Barrientos, también que de manera unánime se firmara la solidaridad con Cuba y se condenara el bloqueo impuesto por los Estados Unidos.

Presidió la comisión de Educación y dialogó de manera permanente con el normalismo y el magisterio, logrando entre otras cosas que nunca nos tomaran el Congreso.

Relata que apoyó la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2006, estuvo en el plantón de Reforma, respaldó la campaña de 2012 y en 2018 formó parte de la Coordinadora Pro AMLO.

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