Pueblos de la Montaña baja: “esclavizados y silenciados” por la delincuencia

— Denuncia José Díaz Navarro, vocero de “Siempre Vivos” que ya no tiene medidas cautelares
— Bajo el índice de asesinatos, porque ya no hay pugna por el control, un solo grupo tiene el dominio completo de la zona

Rogelio Agustín

El vocero del colectivo “Siempre Vivos”, José Díaz Navarro denuncio que a pesar de la amenaza que existe en su contra, a manos del grupo delictivo conocido como “Los Ardillos”, el Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas decidió retirarle las medidas cautelares con que contaba, situación que lo aleja definitivamente de su natal Chilapa y más aún, lo obliga a guardar silencio para evitar ser asesinado.

Díaz Navarro manifestó que fue evitado al informe de actividades de la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG), Cecilia Narciso Gaytán, con quin dijo, nunca ha tenido la oportunidad de reunirse, a pesar de que su activismo a favor de las familias de personas desaparecidas en la Montaña baja de Guerrero es muy conocida.
Precisó que acudió por mera atención a la invitación que se le hizo, pero sostuvo que eso no implica que exista algún trabajo de coordinación.

Cuestionado sobre Chilapa y la zona rural, sostuvo que a partir de que in grupo delictivo logró imponerse sobre su adversario, en este caso, Los Ardillos sobre Los Rojos, ahora ya cesaron los enfrentamientos directos entre células de hombres armadas, pero se tiene a la población completamente sometidas.

“Los pueblos viven ahora un periodo de esclavitud y sometimiento, porque siguen saiendo reprimidos, sus derechos humanos son reprimidos de una manera muy cruel, no pueden salir a comerciar libremente porque hay siempre alguien que los está vigilando, que mira hacia donde van, si reciben algún apoyo para cobrarles piso”, anotó.

“Es cierto, ya no hay tantos homicidios, pero sí hay desaparecidos, hay extorsión, cobro de piso a taxistas y comerciantes, todos los sectores se tienen que reportar con una cuota, ese tipo de violencia sigue”, anotó.

Lo que hay en Chilapa, José Joaquín de Herrera, Zitlala y Quechultenango, de acuerdo con el profesor Díaz Navarro, es una zona silenciada.

Ya me voy a callar, anticipa

Ante la soituación que prevalece, el activista refiere: “Yo también ya me voy a quedar callado, voy a guardar silencio porque ya no tengo medidas de seguridad, vengo solo y definitivamente ya no voy a venir ni a Chilpancingo ni Chilapa; este gobierno quiere que definitivamente nos callemos, eso es muy grave”.

Aseguró que el mecanismo no defiende a periodistas ni defensores de derechos humanos, por eso hay asesinatos impunes en diferentes puntos del país.

Indicó: “Yo no quiere ser el próximo número en la estadística de defensores asesinados”.

Recordó que inicialmente tuvo 20 elementos policíacos custodiándolo; después bajaron a diez, luego y finalmente ya no tuvo personal de resguardo.

“Ya no tenemos nada”, anotó.
El argumento que se le plantea, destacó que resulta inconcebible: “Nos dicen que ya Chilapa está tranquilo, que Chilpancingo está tranquilo, que ya no se necesita el acompañamento, que ellos tienen otras prioridades y que la Guardia Nacional está para atender otras prioridades”.

Recordó que mucho antes de que lo declarara publicamente, el colectivo Siempre Vivos tuvo un desacuerdo abiertamente con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, “pues planteó el perdón para los delincuentes, aunque sin olvidar a nuestros desaparecidos”.

Para ellos, dijo que el 12 de mayo, a consecuencia de las declaraciones del presidente López Obrador, lo colectivos van a declararlo “Día de la Protección al Delincuente”.

Dijo que las familias de las víctimas de asesinatos y desapariciones, tienen muy claro que para los delincuentes mno puede haber perdón ni un trato humanitario.

Dijo que el discurso que se plantea resulta muy doloroso para las familias de las víctimas, que se niegan a ser sometidas totalmente por los delincuentes, aunque levantar la voz significa ponerse en riesgo de ser asesinados o desterrados.

“Yo por ejemplo, así como estoy, si regreso a Chilapa en menos de media hora me asesinan, a veces pienso que debí quedarme callado tras el asesinato de mis hermanos, así no andaría lejos de casa, prácticamente como limosnero”, aseveró.

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