“No al Ejército, sí a la paz”, gritan en Quechultenango

– Pobladores marchan para denunciar que desde la llegada de las fuerzas federales, niños, amas de casa y adultos mayores son hostigados
– La incertidumbre generada por la presencia militar, así como de la Guardia Nacional afecta la actividad comercial, gastronómica y turística del “circuito Río Azul”, señalan
– La zona es considerada territorio del grupo delictivo “Los Ardillos”
– “Es el territorio más seguro del estado”, dijo el 26 de enero el obispo Salvador Rangel Mendoza

Jesús Dorantes

“No al Ejercito, sí a la paz”, fue la consigna con la que habitantes de la cabecera municipal de Quechultenango y comunidades aledañas se manifestaron la tarde del miércoles, para exigir que se retire al personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional (GN), que llegaron a dicha zona procedentes de la Montaña baja y los caminos rurales que comunican con Acahuizotla.

Desde el fin de semana pasado, se reportó que elementos de la Sedena y Guardia Nacional habían llegado a Quechultenango, cabecera del circuito Río Azul, procedentes de Chilapa de Alvarez y Acahuizotla para apostarse en los principales puntos de acceso.

Desde hace más de diez años, no se había observado un despliegue por parte del Ejército Mexicano en la zona, que es considerada como un territorio controlado completamente por el grupo delictivo conocido como “Los Ardillos”.

El 27 de enero pasado, el todavía obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza se había referido al circuito Río Azul, como la zona más segura del estado, ya que ahí la incidencia en materia de asesinatos dolosos, secuestros y extorsiones es muy baja.

Entre el sábado 12 y el domingo 13 de febrero, hubo la versión de que el despliegue de las corporaciones federales estaba encaminado a desmantelar a dicha organización delictiva, aunque fuentes del Gobierno del Estado manifestaron que en realidad, la movilización tenían como consigna resguardar al personal encargado de llevar a cabo las jornadas de vacunación contra la pandemia del Covid-19.

Sin embargo, para la jornada del miércoles 16, desde la mañana se comenzó a convocar a una movilización que tendría verificativo en la plaza central de Quechultenango, con la intención de exigir la salida del personal del Ejército y de la GN, bajo el argumento de que su presencia genera incertidumbre en la población.

Para la tarde del mismo día, cientos de pobladores, tanto de la cabecera como de los pueblos aledaños iniciaron una marcha que culminó en el arco de acceso, lo que implicó cerrar la avenida principal.

Con mantas y pancartas, hombres y mujeres mostraron mensajes dirigidos a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y también al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

¡No al Ejército, sí a la paz!

Fue la consigna que recurrentemente lanzaron los hombres y mujeres que encabezaron la protesta.

Dijeron que desde que el personal federal se encuentra en la zona, de manera recurrente abordan a niños, amas de casa y adultos mayores para realizarles diferentes preguntas, la mayoría relacionadas con las actividades a las que se dedica el grueso de la población para sobrevivir.

“Abordan a los niños en las calles para hacerles preguntas, se asoman a nuestras casas para saber a que nos dedicamos, hay una verdadera campaña de hostigamiento en nuestra contra”, señalaron los manifestantes.

Altavoz en mano, una mujer se dirigió a la gobernadora Salgado Pineda para señalarle que en Quechultenango y sus comunidades se vive en paz, en cambio: “En Chilpancingo sí hay problemas, ahí es donde necesitan más al Ejército”.

Los manifestantes recordaron que en el Circuito Río Azul se encuentran puntos de esparcimiento familiar muy concurridos, como el río Santa Fe; el manantial El Borbollón, el balneario Los Manantiales y las grutas de Juztlahuaca.

“La gente aquí vive del comercio, de la gastronomía y del turismo, pero la incertidumbre que han generado los militares ha provocado pérdidas muy serias, nuestros ríos y balnearios están vacíos, se están acabando nuestras fuentes de empleo”, señalaron.

“Quechultenango tiene paz, lo que no pasa en otros lados, quítennos al Ejército, llévenselo hacia otro lado porque todos saben que aquí hay paz y tranquilidad”, anotaron los manifestantes.

El circuito Río Azul

Aunque el corazón está en Quechultenango, el circuito Río Azul tiene sus accesos principales en la zona rural de Chilapa, la ruta Petaquillas-Tepqchicotlán y Acahuizotla, pueblos pertenecientes a Chilpancingo.

Desde hace más de diez años, en Quechultenango no se había generado un despliegue por parte de elementos del Ejercito Mexicano, la Policía del Estado ni de la recién creada Guardia Nacional.

Quechultenango es considerado como el principal punto de operaciones del grupo delictivo conocido como Los Ardillos, pero tiene una presencia importante en la zona rural de Chilapa y Mochitlán.

Parte importante de los comisarios están incorporados a una organización que se asume como Policía Comunitaria, denominada Paz y Justicia, aunque la Policía Comunitaria de Rincón de Chautla y el Consejo Indígena y Popular del Estado de Guerrero (CIPOG) asegura que en realidad son la estructura social de “Los Ardillos”.

No obstante, los comisarios de la zona en que hoy están posicionados el Ejército y la Guardia Nacional, de manera recurrente refieren que son ejemplo respecto a los demás municipios del estado, pues sus niveles de inseguridad son demasiado bajos.

“Aquí hay seguridad, hay paz, no nos hace falta el Ejército, que se lo lleven a otros municipios como Chilpancingo, donde ahí los problemas son muy serios”, señalaron los manifestantes durante la jornada del miércoles.

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