¿Dividir para perder? El PAN y el laberinto opositor.
Alberto Catalán Bastida
24 de octubre
El reciente relanzamiento del Partido Acción Nacional (PAN) vino acompañado de una declaración que, más que reafirmar su identidad, encendió las alarmas dentro del bloque opositor: no irán en alianza electoral en las próximas elecciones. Un mensaje que, en el fondo, refleja más incertidumbre que estrategia.
¿Por qué?conviene preguntarse: ¿le sirve realmente a la oposición ir dividida frente a un partido, que hoy controla el Poder Legislativo, tiene influencia sobre el Judicial y, sobre todo, maneja a plenitud el presupuesto público, los programas sociales y la estructura gubernamental? En política, los discursos pueden ser valientes, pero los resultados se miden en urnas.
El PRI, por su parte, ha dicho que está preparado para competir solo, pero con una diferencia clave: reconoce que una oposición fragmentada es, en los hechos, una victoria anticipada para el oficialismo. La experiencia reciente lo demuestra: donde hubo unidad, hubo competencia; donde hubo división, Morena y sus aliados (PVEM y PT) barrieron sin mayor resistencia.
La ambigüedad del PAN es llamativa. No precisaron si esa decisión aplicará también para las elecciones intermedias, aquellas que en 2027 renovarán gobernaturas, diputaciones federales y locales, así como presidencias municipales. Pero la sola insinuación de caminar separados ya genera tensiones en los estados y desconfianza en las filas opositoras.
Y es inevitable que surjan las suspicacias: ¿será que el PAN ya pactó con el gobierno federal? ¿O que simplemente se resigna a jugar un papel testimonial, apostando a sobrevivir sin confrontar a fondo al régimen? En el tablero político mexicano, Movimiento Ciudadano (MC) sigue jugando como hasta ahora: un partido “esquirol”, que finge independencia mientras coopera con Morena cuando le conviene. No hay que olvidar que hace apenas unos días, su propio dirigente nacional salió a defender públicamente a la presidenta de la República.
Aun así, algunas dirigencias estatales panistas han alzado la voz y piden sensatez. Insisten en que las alianzas deben evaluarse según el contexto y la circunstancia de cada entidad. Y tienen razón: los triunfos opositores más relevantes de los últimos años no se explican sin la suma del PAN, PRI y PRD (en su momento). Esa fórmula, aunque incómoda, fue la única que logró equilibrar un poco el juego democrático.
Hoy, el PAN parece olvidar que en política, la soberbia suele costar caro. Dividir a la oposición no es una muestra de fuerza, sino una concesión al poder que se busca enfrentar. Si no hay visión compartida, Morena seguirá administrando la ventaja y consolidando un modelo que ya no compite: simplemente se perpetúa.
Porque más allá de los discursos de relanzamiento, lo que realmente debería preocupar al PAN no es su marca, sino su papel en la historia: ¿quiere ser oposición… o sólo parecerlo?
“Divide y vencerás” – Julio César.