Gracias, Magda Esparza
Roberto Camps
En tiempos en que la indiferencia parece imponerse, la trayectoria de Magda Esparza Gervacio representa una bocanada de esperanza y un recordatorio del poder transformador de la acción social. Conozco a Magda desde hace más de dos décadas; compartimos luchas, victorias y también momentos difíciles en el ámbito político, y puedo afirmar sin reservas que su compromiso con las causas nobles no ha hecho más que fortalecerse con los años.
Su entrega, su constancia y su amor por los animales y el deporte la convierten en una mujer que rompe la llamada anomia social —esa pérdida de sentido colectivo, donde el ciudadano se siente ajeno a lo público y a la responsabilidad compartida— para demostrar que la ciudadanía se ejerce con hechos, no con discursos.
En una época en la que muchos miran hacia otro lado frente al sufrimiento ajeno, Magda ha elegido actuar. Y ese simple acto de compromiso es una forma de resistencia. La anomia social no solo se manifiesta en la apatía, sino también en la renuncia a creer que el individuo puede transformar su entorno. Magda, con su ejemplo cotidiano, devuelve esa fe perdida. Ella demuestra que la participación ciudadana no requiere de cargos públicos ni grandes estructuras, sino de convicción, empatía y organización.
Desde su organización Esterilizando Ando, ha impulsado campañas gratuitas de esterilización de perros y gatos, entendidas no solo como una medida sanitaria, sino como un acto de amor y prevención. Gracias a estas jornadas, cientos de familias de escasos recursos han podido acceder a un servicio que evita la sobrepoblación y el sufrimiento animal. Tan solo en el último año, su equipo ha realizado más de mil doscientas cirugías, traducidas en miles de vidas rescatadas de la indiferencia.
Su labor no se limita a la atención médica; va mucho más allá. En 2022, Magda creó la Carrera Perruner, un evento con causa que fusiona deporte, convivencia y conciencia social. En cada edición, familias completas participan junto a sus mascotas, fortaleciendo el vínculo entre las personas y los animales, y construyendo comunidad desde la alegría y el movimiento. Esta carrera se ha convertido ya en una tradición que une corazones y genera conciencia.
Otra de sus iniciativas más simbólicas fue el mural “Callejero Soy”, pintado en una de las secundarias más pobladas de Chilpancingo. Más que una obra artística, fue una lección colectiva sobre empatía y respeto hacia los animales sin hogar, sembrando en cientos de jóvenes una semilla de sensibilidad y responsabilidad social. En un contexto donde muchos jóvenes sienten que lo público no les pertenece, acciones como esta reafirman que la formación de ciudadanía se construye desde la educación, el arte y la conciencia.
Su compromiso con la formación no se detiene ahí: ha coordinado talleres gratuitos para activistas, médicos veterinarios y binomios caninos, fortaleciendo la red de quienes defienden y cuidan a los animales desde distintas trincheras. Tras el paso del huracán Otis, Magda gestionó más de 15 toneladas de alimento para animales afectados, distribuidas con apoyo de la UAGro, la Unidad Canina de Protección Civil y organizaciones internacionales como HSI e IFAW. Su solidaridad, incluso en los momentos más difíciles, la distingue como una líder con causa.
Recientemente, en marzo de 2025, su organización inició un ciclo de colaboración con veterinarios guerrerenses bajo el tema “Uso de Anestésicos Veterinarios”, fortaleciendo la profesionalización del sector y el trabajo conjunto entre activistas y especialistas. Durante la apertura del curso, autoridades y profesionales reconocieron el liderazgo de Magda en una causa que ya es de todos.
La labor de Magda Esparza es también un ejercicio de pedagogía social. Cada jornada, cada campaña y cada encuentro comunitario son espacios donde se recupera el valor de lo colectivo. Su ejemplo enseña que la ciudadanía se forma desde la participación, desde el trabajo compartido, desde el reconocimiento de que el bienestar común depende de la acción de cada persona.
Por todo ello, otorgarle la Presea Eva Sámano de López Mateos, distinción que reconoce a personas destacadas en materia de asistencia social y salud pública, no solo sería un reconocimiento justo, sino también un mensaje poderoso de lo que la sociedad valora y quiere promover: la empatía, la acción solidaria y la construcción de ciudadanía corresponsable. Magda Esparza no solo defiende a los animales; inspira a las personas a ser mejores, a mirar su entorno con compasión y a transformar la realidad con acciones concretas.
En un mundo donde muchos optan por la indiferencia, Magda eligió el camino de la empatía. En una sociedad donde la anomia se alimenta del desencanto, ella responde con esperanza activa. Y esa esperanza, encarnada en su ejemplo, es quizá la forma más pura y poderosa de ejercer la ciudadanía.
Su historia es la prueba de que el cambio empieza en lo cotidiano, en cada vida que se protege, en cada familia que se sensibiliza, y en cada comunidad que se une por un propósito común. Por eso, más que un reconocimiento, esta nominación es una manera de decirle gracias a una mujer que ha hecho del amor, la acción y la constancia su forma de servir.