El bolero de zapatos y su técnica de prenderles fuego

Yasmín García Chino
Fotografía Cortesía Oscar Guerrero

Juan Felipe Aguilar, es bolero su técnica es poco común la cual consiste en prender fuego a los zapatos de sus clientes después de bolearlos, tiene por nombre «flameado», la aprendió en la Ciudad de México en donde trabajó por algunos años.

Con esta técnica sella la pintura y logra que la piel de los zapatos logré una textura suave.

Originario de Alcozauca, emigró a la CDMX en los años setentas para trabajar en una bodega y después con un señor que era bolero en el centro histórico, en donde aprendió a lustrar los zapatos y a distinguir los diferentes tipos de piel.

De 1982 a 1985 estuvo preso en el reclusorio oriente en donde sufrió múltiples agresiones por parte de los policías, en su estancia aprovechó para aprender a leer y trabajó en los diferentes talleres de carpintería.

“Yo no tuve estudio aprendí a leer en la cárcel, adentro hay muchas injusticias siempre he dicho que la cárcel se hizo para los jodidos”, consideró don Juan.

Al salir del reclusorio en 1986, decidió regresar a su pueblo natal Alcozauca, en donde se casó y tuvo un hijo, debido a la falta de empleo decidió venir a trabajar a la capital del estado para que su hijo tuviera la oportunidad de estudiar.

“Mi hijo no iba a la escuela ya tenía 5 años, cuando llegamos aquí fui a ver al director de una escuela y le dije que me echará la mano que lo aceptará para que pudiera estudiar y me dijo que sí”.

Uno de sus hermanos que se dedicaba a bolear zapatos en el centro de la ciudad fue quien lo invitó a que se instalará en el jardín central, recordó que en aquella época tenían muchos clientes por estaba el palacio de gobierno y el Tribunal Superior de Justicia.

En el año 1997, el entonces presidente municipal Héctor Astudillo Flores, les prohibió a los más de 60 boleros instalarse en la plancha del zócalo capitalino, el argumento fue que ocasionaban mala imagen al dejar basura en sus lugares de trabajo y a varias quejas de mujeres que les faltaban al respeto, reubicándolos afuera de la plaza Guerrero.

Los lustradores de calzado mostraron inconformidad, buscaron a René Lobato Ramírez quien era diputado local en esa época, para pedirle de su intervención y pudieran volver a instalarse en el zócalo.

René Lobato los organizó para emprender una protesta en contra de Héctor Astudillo y así lograr su reinstalación.

“Nos preguntó que por qué nos habían sacado a nosotros si las ratas estaban en el ayuntamiento, estaba enojado y nos dijo haber aquí vamos a unirnos y quien quiera estar que de una vez diga y quien no que se valla, mañana se traen sus cartulinas y se van a encadenar en sus bancos de madera”, relató.

Después de protestar les regalo playeras, gorras y cajones con el logo de su partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Con la protesta lograron reunirse con Astudillo Flores, quien les pidió que crearan una mesa directiva y pusieran reglas como mantener sus áreas de trabajo limpias, cuidar las jardineras y respetar a las mujeres.

“Nos dijo, haber cabrones tengo muchas quejas de ustedes que va pasando la muchacha con la falda cortita y que ya le faltaron al respeto, que ya se orinaron en las jardineras, todos se conocen así que ustedes van a decir quien no está respetando las reglas y ustedes mismos lo van a sacar”, recordó.

Después de la reunión les obsequió unas batas para el desempeño de su trabajo, bancos de madera y unas sillas, Juan Felipe consideró que lo hizo porque eran más de 60 boleros y porque la movilización la comenzaron con el apoyo de la entonces oposición PRD.

EL PELIGRO DE TRABAJAR CON FUEGO

Durante los más de 30 años que lleva empleando la técnica de «flameado» ha sufrido dos accidentes; el primero fue hace dos años lo que le provocó quemaduras en las manos y el más reciente hace dos meses, a pesar de que han sido quemaduras graves, prefiere curarlas con sábila.

“A veces no hay dinero para ir al doctor y cuando voy no me hace bien la medicina, solo gasto, le tengo más fe a la sábila”, relató mientras mostraba las heridas en sus manos.

A sus 66 años de edad no piensa en retirarse, aseguró sentirse orgulloso de su trabajo ya que de él ha dado estudio a sus hijos y sacado adelante a su familia.

Don Juan Felipe Aguilar llega al zócalo a las 7 de la mañana y se retira a las 6 o 7, dependiendo de los clientes.

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