Bailarinas exóticas; entre las envidias, los excesos y el peligro

— Relato de Cristal, quien tiene considerado retirarse en cinco años, pero defiende su actividad laboral

Yasmín García Chino

Bailes seguidos por numerosos extraños, exóticos ritmos cargados de sensualidad y cadencia en el centro del escenario, es como Cristal consigue atrapar las miradas de hombres, incluso de algunas mujeres que buscan en los contrastantes juegos de luces, sombras y movimientos, un escape de la rutina.

Cristal se adentró en el mundo de las bailarinas exóticas cuando apenas tenía 17 años, comenzó vendiendo boletos para los show’s de otras mujeres, a los 23 decidió que ya era momento de involucrarse de lleno.

No tuvo muchas posibilidades de probar en otra actividad laboral, las pocas opciones, la falta de preparación y la necesidad de mantener a dos hijas, la motivaron a tomar ese camino.

Ser una bailarina exótica no es fácil, Cristal describe que significa entrar en un mundo de mucha competencia, disciplina para cuidar su cuerpo, de seguir una dieta balanceada, hacer ejercicio, tomar masajes, faciales e incluso, recurrir a las cirugías estéticas.

Originaria de Michoacán y radicada en Ciudad de México, Cristal comenzó a viajar por toda la República Mexicana para deleitar la pupila de empresarios, políticos y hombres de todo tipo que llenan los centros nocturnos.

La inmadurez, factor determinante

Para Cristal no fue fácil comenzar, recuerda que sus compañeras tenían vestuarios costosos, maquillistas personales y sus movimientos eran perfectos, acepta que es un ambiente cargado de envidias, del choque constante de egos entres mujeres.

Además, en todo el camino siempre existe la tentación de caer en las drogas y el alcohol.

“Es muy fácil caer porque no tienes una mentalidad madura, eres muy chavita y te gana el desmadre, porque ganas mucho dinero; al principio yo me iba de fiesta por días”, narró mientras peinaba su cabello largo de color rojo.

Tener ese trabajo ha significado recibir regalos muy costosos, algunos pueden considerarse exagerados, porque entre ellos se encuentra una camioneta y un viaje a Cuba.

Ella considera que los hombres ven a las bailarinas como inalcanzables, pero cuando logran enamorarlas ya no existen las atenciones de los primeros días, por eso no mezcla su trabajo con el amor.

El peligro, presente

Reconoce que en México no es fácil ser bailarina, en el año 2019 dos grupos del crimen organizado se disputaban Veracruz, eran Los Zetas y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cristal recuerda que algunas de sus compañeras fueron víctimas de esa disputa y no sobrevivieron.

“Los Zetas llegaban a los centros nocturnos de baile y se las llevaban a todas, las violaban y después las asesinaban, a quienes dejaron libres les decían que corrieran que no voltearán o les disparaban, muchas murieron”, contó Cristal.

A pesar de que Guerrero es un estado con problemas sociales y de inseguridad, en Acapulco y Chilpancingo, que son las ciudades donde Cristal ha llevado su actividad, no ha tenido problemas o se ha sentido insegura.

Sin embargo, considera que existe un estigma social en contra de las bailarinas exóticas, tanto en hombres como mujeres, incluso algunos caballeros se sienten intimidados por sus atributos y sus movimientos sensuales.

“Aquí en Chilpancingo lo ven como algo malo, son muy cerrados, lo satanizan y no es así, bailar es un arte, en otras ciudades a nuestros show’s van parejas, los hombres llevan a sus esposas porque van a admirar nuestro arte, hay show con aros, con velas, incluso he llegado a bailar con una boa”, relata.

Dentro de 5 años Cristal se retirará de los escenarios, está construyendo su casa y emprende un negocio de ropa en línea para poder retirarse.

“En 5 años ya no trabajaría en esta profesión porque si es muy agotador el estar viajando, estar lejos de tu familia, quieras o no si te deprime, pero te haces fuerte mentalmente”.

A través del baile Cristal mantiene su mente ocupada, se siente orgullosa de su trabajo y llamó a las mujeres a hacer lo que más les guste y no detenerse por los estereotipos de la sociedad.

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