Jornaleros agrícolas se llevan 75 niñas y niños indígenas

— Ante las carencias y el desempleo en la Montaña de Guerrero, sus padres los tienen que llevar a campos de cultivo del norte del país

Yasmín García

El Centro de Derechos Humanos de la Montaña (CDHM) Tlachinollan, reportó la migración de niñas y niños indígenas a campos agrícolas ante la falta de educación, acceso a la salud y las pocas expectativas de desarrollo.

La jornada del jueves, 157 jornaleras y jornaleros indígenas de las cuales 75 son niñas y niños de 0 a 15 años de edad emigraron para trabajar en campos agrícolas limpiando el algodón y en el corte de chile verde en los estados de Chihuahua, Zacatecas y Michoacán.

Los jornaleros que migraron son de las comunidades na savi de Tierra Colorada, Cahuañaña, Cochoapa centro, Ocotepec, Santa Cruz, Cieneguilla y Loma Canoa, municipio de Cochoapa el Grande; El Epazote, Juanacatlán, Coyulito y la cabecera del municipio Metlatónoc; Zoyatlán de Juárez, municipio de Alcozauca.

De las comunidades me’phaa-baatha de Santa María Tonaya y Las Pilas del municipio de Tlapa; Zilacayotitlán, municipio de Atlamajalcingo del Monte. También se fueron de la comunidad nahua de Ocotequila del municipio de Copanatoyac y Alpoyeca.

«Los infantes crecen entre la algodonera o el chilar, mientras los niños de 13 a 17 años que regularmente cuentan con una familia tienen que trabajar para comer. Los matrimonios a temprana edad han sido recurrentes desde hace varios años en la región. En algunos casos las niñas que son forzadas a casarse han tenido que huir de sus padres», se lee en en comunicado de Tlachinollan.

El Centro de Derechos Humanos reprochó que en sus comunidades no hay oportunidades para sobrevivir con sus familias por eso tienen que enrolarse en los surcos de la explotación.

Las familias jornaleras indígenas tardarán en llegar de dos a tres días a los campos de «Benito Juárez, Asunción, Delicias, Janos, Colonia del Valle, Monte Verde, Villa Ahumada y Flores Magón del estado de Chihuahua. Sin embargo, algunas familias que van a Escuinapa, Sinaloa, Río Florido, Zacatecas y Yurécuaro, Michoacán su travesía es menor».

Tlachinollan recriminó que las autoridades estatales y federales han dejado a las familias jornaleras a la deriva.

«Lo peor de todo es que los gobiernos municipales ni se inmutan ante la compleja realidad en la que han estado las jornaleras y jornaleros. La migración tiene causas sociales profundas que la generan y que prevalecen sin atenderse. En una sociedad cimentada en la democracia, en la Montaña en lugar de propiciar un futuro prometedor a las niñas y niños, mujeres y hombres tienen que cosechar esperanzas en los campos de la muerte».

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