La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) considera que la tasa de ocupación aún no revierte los efectos de la crisis del 2008-09, pues los salarios cayeron, en promedio, uno por ciento de 2007 a 2015 y la tasa de empleo no ha recuperado los niveles que reportó antes de la crisis de 2008, advierte que México enfrenta importantes retos en materia de baja productividad e informalidad, los cuales deberán resolverse si es que se desea elevar la calidad de los empleos en el país. La gran mayoría de los mexicanos están ocupados en la informalidad.
El empleo informal afecta de forma particular a las mujeres, ellas tienen más probabilidades que los hombres de tener un empleo informal, por ejemplo, en el primer trimestre de 2016, en México el 49.7 por ciento de los hombres tenía empleos informales, frente a 57.2 por ciento de las mujeres. Esto mismo sucede en varios países de la Alianza del Pacífico.
En el último trimestre del 2015 el 58 por ciento de la población mexicana entre 15 y 65 años estaba empleada, en contraste con el 61 por ciento reportado a finales del 2007; si bien el desempleo ha venido disminuyendo desde finales del 2009 y continúa por debajo de la OCDE, en donde es 6.5 por ciento en promedio, mientras que en México es de 4.2 por ciento, hay que señalar que la calidad del empleo en México no es positivo
A lo largo de la crisis, los sueldos reales cayeron abruptamente en Grecia, Irlanda, Japón, Portugal, España, los estados bálticos y se desaceleración significativamente en países como República Checa, Estonia, Letonia y el Reino Unido. A esto se suma el bajo crecimiento de la productividad y el aumento en las desigualdades en el mercado laboral.
Es una imagen familiar para los capitalinos, ver en el centro histórico de la Ciudad de México, hombres apostados a un costado de la Catedral Metropolitana ofreciendo sus servicios como albañiles, electricistas o plomeros. Una escena que refleja la situación del desempleo en el país y a la que pudieran sumarse ingenieros, economistas, arquitectos, médicos, etc.
Mientras en países desarrollados se ha observado que el cambio tecnológico ha impactado en el mercado laboral, incrementando la demanda de personal calificado al que se le ofrecen mejores salarios, en México esa tendencia no se ha presentado. La precarización del trabajo y menores salarios han sido la constante.
En el mes de enero de 2017, el Dr. Mario Camberos Castro, Doctor en ciencias económicas por la Universidad Autónoma de Baja California y miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Profesor investigador en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). Obtuvo el Premio Nacional de Investigación Social y Opinión Pública por su trabajo: «Impacto del cambio tecnológico en el mercado de trabajo de México»
Junto con el Dr. Luis Huesca Reynoso, también académico del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), analizaron esta situación antes, durante y después de la crisis económica de 2008 con el propósito de dilucidar la relación entre el cambio tecnológico y el deterioro de los salarios en las regiones del país, así como en el incremento de los niveles de empleo informal.
Los resultados se plantean en el libro: Mercado laboral y cambio tecnológico en México. Tendencias, sectores y regiones, coordinado por ambos con la participación de especialistas en temas laborales.
Siguiendo a estos autores, podemos observar el efecto que ha tenido este factor:
Impactos de diversa índole en las distintas regiones del país. Los primeros 10 años del siglo XXI, hubo un incremento del empleo calificado, particularmente en la frontera norte del país; no obstante, en los últimos años se dispararon los índices de empleo informal que permiten reflejar tasas de desempleo relativamente bajas.
La evidencia empírica que aparece en los trabajos presentados en el libro mencionado, muestra una reducción de las diferencias salariales entre los trabajadores calificados y no calificados. Esto impacta negativamente en el salario de los que han sido calificados, ya que en su mayoría se ubican en puestos que requieren un grado académico.
Este cambio tecnológico sesgado ha traído como consecuencia un desfase entre la oferta y la demanda de mano de obra, debido a que cada vez hay más trabajadores calificados que no encuentran empleos acordes con su formación.
El doctor Mario Camberos Castro partió de la hipótesis de que el uso intensivo de equipo de cómputo explica la diferencia salarial en el periodo 1998-2008. Explica que el sector servicios concentra la mayor población económicamente activa (60 por ciento, aproximada) y es el que más ha incorporado la tecnología basada en las computadoras y todos los medios que las rodean.
Los resultados muestran el impacto del cambio tecnológico en el mercado de los servicios, siendo las regiones Capital (Ciudad de México y Estado de México) y Centro (Colima, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos y Puebla) las que más han absorbido la tecnología; seguidas de la región Frontera (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas), en la que se han visto mayores beneficios del cambio tecnológico.
Contrario a ello, en las regiones Sur (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) y Península (Campeche, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán) ha habido menor penetración tecnológica.
“Este hallazgo nos permite interpretar que el uso de la tecnología puede hacer la diferencia entre una y otra región tecnológica del país”, asegura.
A partir de ello, analizaron si las regiones con más escolaridad permitían al trabajador mexicano obtener mejores remuneraciones, pero “resulta que en esencia no es así, porque el hecho de tener mayor escolaridad no garantiza un mejor salario, como sí ocurrió en décadas anteriores”.
El doctor Luis Huesca Reynoso afirma que este fenómeno se explica porque las actividades laborales actualmente son más funcionales, es decir, la combinación de la escolaridad con las funciones que realiza el trabajador. “Si los trabajadores tienen habilidades y actividades cognitivas y abstractas, a diferencia de las que son manuales o rutinarias, podrán explotar su potencial y, por lo tanto, tener mejores salarios”
Sin embargo, esta premisa no se observa en la realidad laboral mexicana, debido a que en las últimas décadas ha registrado un desplome en las remuneraciones en el trabajo calificado.
“A partir de 2005 se ha presentado una caída en términos reales en el salario para el trabajo calificado, más acentuada tras la crisis; porque no se está generando la misma oferta de egresados universitarios y empleos. Esta brecha se traduce en una caída en la desigualdad salarial, porque hay una menor desigualdad de los salarios que no es del todo beneficiosa, debido a que va en contra de lo que dicta la teoría de capital humano, que, a mayor estudio, mayor capital humano y mayor salario”, enfatiza.
El reporte México: más miseria y precarización del trabajo, realizado por el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalla que, de diciembre de 1987 a abril de 2016, la pérdida acumulada del poder adquisitivo del salario mínimo fue de 79.11 por ciento. En tanto que, como consecuencia del insuficiente ingreso para adquirir la canasta básica recomendada, en el país 32 millones de trabajadores sobreviven en diferentes niveles de pobreza.
De acuerdo con el reporte, los trabajadores mexicanos requieren un ingreso mensual promedio de seis mil 403.80 pesos, equivalente a casi tres salarios mínimos diarios. El doctor Mario Camberos Castro explica que a los trabajadores mexicanos cada vez les alcanza menos su salario para adquirir la canasta básica; de ahí que “los salarios necesitan tener una base más alta para que el rebote sea una base más alta y que no tengan que tocar fondo para comenzar a subir”.
El aumento no es el adecuado y en distintos foros, tanto el gobierno de la Ciudad de México, como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), promueven se fije en 89.35 pesos.
Fuente consultada: http://www.conacytprensa.mx/index.php/ciencia/economia/12156-mercado-laboral-en-mexico