“De milagro” viven los recolectores de basura en Chilpancingo

Breve testimonio de un líder de «La basura jefa» 
 
Se les conoce como “la basura jefa” y son alrededor de 560 familias las que desde hace más de siete años dependen de su actividad, que consiste en recolectar todos los desechos que los camiones del ayuntamiento de Chilpancingo no pueden.
Aunque siempre sostuvo que no hay en el colectivo un líder visible, Jaime Peral se convirtió en la voz y el rostro de un movimiento que se desató desde la noche del 27 de enero, cuando el relleno sanitario de la ciudad fue clausurado y las 158 unidades que integran el sistema de recolección independiente de basura se quedaron sin un espacio en donde descargar.      
Durante cinco días, los choferes, chalanes y pepenadores recorrieron las carreteras que llevan hacia Eduardo Neri, Mazatlán, Buena Vista, Palo Blanco, buscaron la opción de la ciudad Industrial de Chilpancingo y finalmente consiguieron un espacio provisional en el punto conocido como “Las Antenas”, en un predio propiedad de la familia del alcalde Marco Antonio Leyva Mena, ubicado en la parte alta del sector oriente de la ciudad.
Ahí se les considera como generadores de un foco de infección, por la posición geográfica del tiradero provisional y por la existencia de mantos acuíferos que abastecen a por lo menos 30n colonias del rumbo.
Don Jaime es un hombre robusto, de voz conciliatoria y expresión serena, que en los momentos de mayor tensión llamó a sus compañeros a no perder la fe, en varias ocasiones pidió que se le observara siempre con una expresión de optimismo en el rostro.
Dialogó con colonos inconformes, con policías comunitarios que en varias ocasiones asumieron una postura conciliatoria y con funcionarios que no atinaban a emprender una acción concreta, la palabra que siempre le permitió mantenerse en la negociación constante fue “respeto”.
“No podíamos hacer otra cosa, no nos quedaba hacer más que dialogar,  tampoco podíamos caer en la provocación de ir sobre el huacapa o buscar terrenos baldíos, eso nos hubiera alejad de la población”.
La actitud serena de don Jaime, fue lo que paró el rumor de que los desechos serían depositados en la plaza cívica, lo que se propagó con fuerza en diferentes redes sociales.
“Nosotros sabemos que estos son focos de infección (en referencia a las camionetas repletas de basura), que  que podemos tener enfermedades en la piel, respiratorias, adquirir una bacteria, pero son situaciones en las que no tenemos alternativa”.
Por eso, cuando se le pregunta como es que vive un recolector de basura y su familia, el hombre agranda los ojos y responde: “pues de milagro”.
Durante los días de la crisis en la plaza central, algunos ciudadanos se acercaron para llevarles comida, el ayuntamiento también les otorgó despensas y su colecta fue bien recibida.
El mensaje que en su momento lanzaron a la sociedad fue concreto: “No queremos generar ningún mal, solo queremos llevar el sustento a nuestras familias, para que comamos aunque sea frijolitos”.
A siete años de que “la basura jefa” se popularizó en Chilpancingo, son más de 560 familias las que dependen de dicha actividad, entre permisionarios; choferes y pepenadores”.
Se trabaja de manera particular, sin prestaciones, con un ingreso que va de los 200 a los 250 pesos diarios, del que tienen que tomar para pagar combustible y las reparaciones de sus unidades.

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