CONSULTORÍA ECONÓMICA

Mauro Betancourt Chávez
Nuestra alta espiritualidad capitalista ortodoxa
Nos encontramos ante una ofensiva de contraataque imperial del gobierno estadounidense, empeñado en recolonizar lo que ellos consideran su «patio trasero». México, Centro América y América del Sur poseen las mayores reservas de agua, biodiversidad, petróleo, recursos minerales, por lo que se convierten en un codiciado botín que busca la voracidad imperial; esto, para poder sustentar su modelo de desarrollo a todas luces insostenible para la supervivencia de la especie humana en el planeta.
Y es en ese contexto, que debemos permitirnos un análisis pormenorizado y concienzudo, de la coyuntura actual, en el ámbito nacional e internacional. Veamos lo que significan para nosotros estos meses de enero y febrero, los primeros de este año definitorio: 2017.
Para empezar, al inicio de este año entró en vigencia el acuerdo de los países OPEP y no OPEP para recortar la producción petrolera. Esto, se ha traducido en incremento en los precios del petróleo de casi 10 dólares.
El 20 de enero reciente, asumió la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, y los halcones imperiales demandan recursos para las nuevas guerras a favor de los intereses del imperio estadounidenses en los meses y años por venir. Mientras tanto, nuestros países en vías de desarrollo se encuentran inmersos en la desigualdad y la pobreza con el paso de los días; alguien debe de responder por ello y entre los responsables se encuentran nuestros gobernantes. Para calificar a los gobernantes actuales, solamente hay que precisar que ocho años después de la crisis no hay modelo, no hay solución, no hay culpables y nadie sabe dónde ir.
Nos han tocado vivir tiempos en los que ser un buen líder es sinónimo de buena gestión económica; en los que los políticos ganan en las urnas para que después, como nuevos reyezuelos, sean los que ofrezcan el sacrificio de la sociedad en el altar del FMI o del Banco Mundial, conforme con la política que dicta que lo sano es la economía y lo enfermo, las poblaciones. Este sistema se encuentra acabado debido a que los Estados tienen muchas obligaciones y poca gente para cumplirlas.
¿Cuál es el origen de tanta desesperanza, ira y temor? Simple y sencillo: nadie quiere confesar que el modelo que nació en Bretton Woods en 1944 ya murió. El Estado de bienestar, sin duda una conquista histórica, era un privilegio de países ricos, sin tanta población, lo que permitía que alguien se retirase de la vida laboral a los 55 años y continuara 30 años disfrutando del ocio y la sexualidad plena.
En el modelo de economía que nos encontramos, los criterios de producción de cosas concretas como puentes, carreteras, aeropuertos y trabajo  han sido suplantados por una economía de especulación financiera, colonización tecnológica y equilibrio del terror basado en la cantidad de bombas nucleares fabricadas para eliminar al resto del universo.
En un Occidente que no trabaja y un Oriente que acapara gran parte de los puestos laborales, los gobernantes desempeñan un papel ridículo y a la vez terrible. De alguna manera, el concepto de la política y de la economía del presidente de EE UU, Donald Trump, que es bastante realista, se convierte en chocante e inaceptable.
Su propuesta económica y su estilo carecen de un balance humano. Su Gobierno, formado por millonarios, no comprende las necesidades de los de abajo. Su realismo inconfeso lo aleja de aquellos líderes que siguen con planes de austeridad salvajes que queman a las sociedades que dicen gobernar, en la pira de la ortodoxia económica que ya la historia se encarga de sepultar.
La crisis de 2008 es la prueba de que existen esos políticos que llegaron a grados extremos de codicia, robo, corrupción, cinismo y desvergüenza. Esta es la explicación de que a pesar de que ese modelo económico ha llegado a su fin, los gobiernos sumergidos en esos detritus, no se atreven a aceptarlo.
Los mexicanos tenemos que enfrentarnos a gasolinazo tras gasolinazo; los españoles conducen a la muerte a los más débiles con el copago de las medicinas y en general, en la Unión Europea, los gobiernos comprometen más austeridad para cumplir con las metas económicas sin darse por enterados de que ponen en marcha una gigantesca revolución social que arrasará con todo.
No nos quepa la menor duda de que el mundo que hemos creado será mucho peor para nuestros hijos. Esto que les hemos enseñado no ha servido de gran cosa y todos sus sacrificios no han servido de nada.
Los espiritualistas sugieren que ante determinada situación que uno no puede o no quiere resolver, la mejor opción es no hacer nada. Aguantar. Quedarse quieto. La vida da tantas vueltas que no tardarán en presentarse otras condiciones que sepulten a las presentes.
La vida, afirman, es un constante movimiento, así lo que hoy sucede probablemente mañana ya no aparezca. El cambio es lo único de lo que podemos estar plenamente seguros.
Con esa misma filosofía, cuando el gobierno federal aplicó el aumento a los combustibles y se vino el alud de protestas, sostuvo que no daría marcha atrás ya que la decisión, insistió, es dolorosa, pero necesaria. Resistió, resistió más y hasta la fecha aguanta y se dispone a aplicar el siguiente incremento.
Con las embestidas de Donald Trump, presidente de Estados Unidos y una declaración de fondo nacionalista del presidente Peña, creció la popularidad del mandatario mexicano y el gasolinazo, que parecía iba a encender al país, pasó a segundo término.
Golpe tras golpe mediático, el gasolinazo desplazó la atención de la violencia y la inseguridad y de los excesos del crimen organizado; estos, a su vez, acallaron la tragedia de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace más de dos años.
A pesar de todo esto y ante la realidad de los acontecimientos que ponen en peligro la viabilidad de nuestro país, resulta crucial diversificar las relaciones políticas y comerciales de México con el resto de los países –en particular, con América Latina– y recuperar la antigua postura no alineada de México en el mundo.
Urge reconfigurar la política económica antes de que la economía conduzca al país a un escenario de mayor desastre. Además, es necesario reactivar el campo, la industria y el mercado interno y reorientar las prioridades que hasta ahora han sido para beneficiar a los capitales y han perjudicado a la mayoría de la población.
México debe abandonar el papel de policía y guardia fronterizo de Estados Unidos, y renunciar a la asistencia estadunidense en materia de seguridad, migración, combate al narcotráfico y otros aspectos.
Me permito insistir, el proteccionismo y antimexicanismo de Trump son evidencias de que se encuentra en proceso de derrumbe el edificio de la globalidad neoliberal en todo el mundo. Nuestras autoridades no parecen haber entendido la dimensión y el alcance del fin del modelo implantado desde hace tres décadas ni parecen preparadas para el cambio de paradigma que el momento exige. De persistir en su visión actual, el gobierno mexicano seguirá sometido a un reiterado vapuleo diplomático.
Genera ternura la ingenuidad de las respuestas generadas en Los Pinos por integrantes del Congreso de la Unión y del Poder Ejecutivo, encabezado por el Presidente de la República, cuando acuerdan integrar un frente común en torno a las instituciones.
Se hablan a ellos mismos para convencerse diciendo que se reunirán de manera periódica y analizarán, cada uno dentro de sus atribuciones, temas en lo particular como la migración y la situación del Tratado de Libre Comercio. Consideran que las recientes declaraciones de Trump son sólo provocaciones y que en esa medida México deberá ser prudente.
«…. Hay que tener la cabeza fría y actuar con inteligencia, guardar la cordura y sensatez y no caer nunca en la provocación». Pura filosofía de la más alta espiritualidad capitalista ortodoxa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *