Los habitantes aún esperan la llegada de los apoyos
En la comunidad de Atetetla, del municipio de Huitzuco siguen esperando una fecha para que lleguen los apoyos para reconstrucción. El sismo de hace un mes dañó varias casas, en su mayoría de adobe, como la de la señora Leonila González, quien ya no duerme en su vivienda por miedo a que se caiga.
La señora Leonila tiene alrededor de 60 años y vivía sola hasta antes del sismo, pero ahora tiene que refugiarse en casa de un familiar por las noches porque la suya ha dejado de ser segura.
Desde hace dos semanas dejó de recibir despensas como ayuda, y por parte del gobierno solo 10 láminas galvanizadas le han hecho llegar, las cuales utilizaría en caso de que un nuevo sismo derrumbe por completo su casa y tenga levantar un pequeño techado.
“Abandonada, nomás me pasaba yo llora y llora, y a veces se me olvida y me meto (a su casa), y digo: hay diosito a qué vengo si ya no hay nada”.
Sus cosas como muebles, ropa, y aparatos electrodomésticos los tienen “amontonados” en un pequeño cuarto que no presentó daños durante el sismo, pues la habitación donde las tenía es la más afectada. Las paredes lucen cuarteadas y algunos pilares de madera ya podridos amenazan con colapsar.
Como todos los damnificados en Guerrero aún no sabe cuándo llegarán los apoyos para la reconstrucción de su casa, y tendrá que esperar a que lleguen, porque no cuenta con los recursos para reparar su casa por cuenta propia.
Sin embargo no es la única que está en estas condiciones: a dos casas de distancia, la señora Arizbeth Flores y sus dos hijos también viven en la incertidumbre por no saber cuándo llegarán los apoyos para la reconstrucción.
Ella tampoco duerme en su casa, y a sus hijos no les permite que se metan por miedo a que se derrumbe. Aquí solo entra ella por las tardes y después se refugia con uno de sus familiares.
“Yo todavía cocino aquí, nomás que vengo a entrada, y salgo, entrada y salgo, porque a mis hijos no los dejo venir para acá porque me da miedo”, señala mientras enseña los daños de su casa.
La situación es similar a decenas de casas: A las paredes de adobe se les desprendió el revoque y la parte estructural tiene cuarteaduras que indican un riesgo de colapso, por lo que considera ya no es habitable. Ella también tendrá que esperar los recursos del gobierno para la reconstrucción, por que dice “o comemos y reconstruimos, no hay para las dos cosas”.
Pero quizá lo más grave es en la primaria Justo Sierra, ubicada en el centro de la comunidad. Desde la parte de afuera se advierte el peligro en una de sus paredes laterales “ Zona de riesgo posible caída de barda”.
Pero en el interior 62 alumnos estudian a metros de una posible desgracia: Los dos pisos del edificio principal están dañados y lo único que divide a los niños de un posible colapso es una pequeña malla de alambre que advierte del peligro.
En el patio de la primaria hay una pequeña carpa que se habilitó para sustituir salones dañados, y ahí mismo realizan actividades de educación física los alumnos, quienes parecen son advertir el riesgo en el que se encuentran.
El encargado de la primaria se negó a dar una entrevista por temor a que nos sean asistidos de manera rápida por denunciar las irregularidades en las que se encuentran, pero reconoce que sí están en riesgo, lo cual fue consensando con los padres de familia quienes decidieron que sus hijos estudiaran en esas condiciones al no tener otro lugar.
Uno de los hijos de la señora Arizbeth Flores estudia en esta primaria, y dice estar consciente del riesgo que corren, pero dice que es eso o que no estudien.
“La escuela ya no sirve, tuvimos que cooperarnos para comprar malla por qué, porque los niños ya no se pueden acercar para allá, la barda de este lado se menea así, y también tuvimos que poner malla porque nos da miedo. (…) -¿Están ahí porque no hay de otra?- No hay de otra forma, y luego para acá está la barda que se puede caer, para acá los dos edificios que se pueden caer”.
En esta localidad ya fueron censados para que en un futuro se les puedan otorgar los apoyos para reconstrucción, mientras tanto, los afectados viven con el temor de que un nuevo sismo termine por derrumbar las casas que presentan daños.
La señora Leonila tiene alrededor de 60 años y vivía sola hasta antes del sismo, pero ahora tiene que refugiarse en casa de un familiar por las noches porque la suya ha dejado de ser segura.
Desde hace dos semanas dejó de recibir despensas como ayuda, y por parte del gobierno solo 10 láminas galvanizadas le han hecho llegar, las cuales utilizaría en caso de que un nuevo sismo derrumbe por completo su casa y tenga levantar un pequeño techado.
“Abandonada, nomás me pasaba yo llora y llora, y a veces se me olvida y me meto (a su casa), y digo: hay diosito a qué vengo si ya no hay nada”.
Sus cosas como muebles, ropa, y aparatos electrodomésticos los tienen “amontonados” en un pequeño cuarto que no presentó daños durante el sismo, pues la habitación donde las tenía es la más afectada. Las paredes lucen cuarteadas y algunos pilares de madera ya podridos amenazan con colapsar.
Como todos los damnificados en Guerrero aún no sabe cuándo llegarán los apoyos para la reconstrucción de su casa, y tendrá que esperar a que lleguen, porque no cuenta con los recursos para reparar su casa por cuenta propia.
Sin embargo no es la única que está en estas condiciones: a dos casas de distancia, la señora Arizbeth Flores y sus dos hijos también viven en la incertidumbre por no saber cuándo llegarán los apoyos para la reconstrucción.
Ella tampoco duerme en su casa, y a sus hijos no les permite que se metan por miedo a que se derrumbe. Aquí solo entra ella por las tardes y después se refugia con uno de sus familiares.
“Yo todavía cocino aquí, nomás que vengo a entrada, y salgo, entrada y salgo, porque a mis hijos no los dejo venir para acá porque me da miedo”, señala mientras enseña los daños de su casa.
La situación es similar a decenas de casas: A las paredes de adobe se les desprendió el revoque y la parte estructural tiene cuarteaduras que indican un riesgo de colapso, por lo que considera ya no es habitable. Ella también tendrá que esperar los recursos del gobierno para la reconstrucción, por que dice “o comemos y reconstruimos, no hay para las dos cosas”.
Pero quizá lo más grave es en la primaria Justo Sierra, ubicada en el centro de la comunidad. Desde la parte de afuera se advierte el peligro en una de sus paredes laterales “ Zona de riesgo posible caída de barda”.
Pero en el interior 62 alumnos estudian a metros de una posible desgracia: Los dos pisos del edificio principal están dañados y lo único que divide a los niños de un posible colapso es una pequeña malla de alambre que advierte del peligro.
En el patio de la primaria hay una pequeña carpa que se habilitó para sustituir salones dañados, y ahí mismo realizan actividades de educación física los alumnos, quienes parecen son advertir el riesgo en el que se encuentran.
El encargado de la primaria se negó a dar una entrevista por temor a que nos sean asistidos de manera rápida por denunciar las irregularidades en las que se encuentran, pero reconoce que sí están en riesgo, lo cual fue consensando con los padres de familia quienes decidieron que sus hijos estudiaran en esas condiciones al no tener otro lugar.
Uno de los hijos de la señora Arizbeth Flores estudia en esta primaria, y dice estar consciente del riesgo que corren, pero dice que es eso o que no estudien.
“La escuela ya no sirve, tuvimos que cooperarnos para comprar malla por qué, porque los niños ya no se pueden acercar para allá, la barda de este lado se menea así, y también tuvimos que poner malla porque nos da miedo. (…) -¿Están ahí porque no hay de otra?- No hay de otra forma, y luego para acá está la barda que se puede caer, para acá los dos edificios que se pueden caer”.
En esta localidad ya fueron censados para que en un futuro se les puedan otorgar los apoyos para reconstrucción, mientras tanto, los afectados viven con el temor de que un nuevo sismo termine por derrumbar las casas que presentan daños.