Por medio de un comunicado, los cuatro obispados del estado de Guerrero hicieron un llamado a los lideres de las organizaciones criminales que generan violencia a tomar la ruta del arrepentimiento, para permitir la reinstalación de la paz en los 81 municipios.
La tarde del miércoles, los obispos Salvador Rangel Mendoza, de Chilpancingo; Dagoberto Sosa Arriaga, de Tlapa; Maximino Martínez Miranda, de Ciudad Altamirano y Rafael Valencia González, presbítero administrador de la Arquidócesis de Acapulco firmaron un documento dirigido a la población en general, pero particularmente a los responsables de la violencia que se padece en las siete regiones de la entidad.
De entrada, el texto a dirigid a las comunidades diocesanas, agentes pastorales y la población en general.
“Nos duele profundamente el sufrimiento que está viviendo nuestra provincia a causa de la violencia, que afecta a las familias a las instituciones sociales y comunidades enteras en su integridad física, su economía y estabilidad”.
Hicieron hincapié en el desprecio hacia la vida y dignidad de las personas que se percibe en diferentes acciones, por lo que el documento contiene un llamado a retomar la convivencia respetuosa y el trabajo honesto.
“Nos acercamos con ojos y corazón de pastores, que ven y sienten los sufrimientos de los pueblos que viven esta realidad dolorosa, queremos mantener nuestra mirada fija en quienes tienen sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad”
Vino entonces el llamado: “Invitamos con paterna firmeza a todos aquellos que generan diversos tipos de violencia en nuestras comunidades, a que no olviden que somos hermanos y los exhortaos al arrepentimiento de sus malas acciones, acercándose a Jesucristo, que renueva y redime a las personas, transoformando el corazón de piedra en corazón de carne, que ama a pesar de los pecados”.
A la feligresía católica, los obispos les recordaron que tienen la necesidad de dar consuelo a los demás, en el entendido de que nadie es inmune al dolor.
A los integrantes de las estructuras del poder público, el llamado es a que impulsen iniciativas y acciones que permitan volver a ser gentes de bien a quienes hoy se desviaron de sus caminos.
“Seamos artesanos de la paz”, plantean los obispos.